Ya hace un par de semanas desde que el presidente Donald Trump dio la orden de redirigir esfuerzos de sus agentes fronterizos, como una manera de prevenirse ante la inminente caravana migrante que amenaza, de acuerdo con su lógica, la soberanía de su nación al intentar ingresar más de 25, 000 personas de origen centroamericano y otros lugares. Con un plazo indefinido, los agentes aduanales que operaban las garitas en los cruces fronterizos de México hacia Estados Unidos han abandonado sus puestos, por lo que, ante la falta de personal, algunos carriles se han cerrado al tránsito habitual. Esto, claro, ha traído como consecuencia un entorpecimiento en la cadena de abasto de la cantidad inconmensurable de mercancías que parten desde México hacia EUA y las pérdidas han sido millonarias.
Mientras que cruces como el de Otay Mesa mantienen dos carriles cerrados, con los retrasos que esto implica, el cruce de ciudad Juárez reporta cinco veces más tiempos para cruzar de lo que normalmente se esperaba. Pero, más allá de la incomodidad de quienes cruzan a diario para trabajar del otro lado de la frontera, ¿cuáles son las consecuencias de este cierre parcial, como se le ha llamado? En primer lugar, tiene implicaciones enormes para los agroalimentarios. Los productos perecederos, tienen cierta vida de anaquel y los envíos son planificados con el objetivo de preservar esa vida de anaquel el mayor tiempo posible. Con retrasos de hasta 10 horas en algunas de las garitas, la vida de anaquel se ve significativamente mermada, y algunos productos pueden llegar en condiciones no convenientes. Y es que otra cosa que no se toma en cuenta es el costo operativo del transporte. Todo retraso implica gastos como el pago a los transportistas, diésel, el costo de la refrigeración de los vehículos especializados y las pérdidas producto de las mermas por tener mercancía sin moverse de manera eficiente. Por otro lado, tenemos que pensar en los socios estadounidenses, quienes esperan sus productos en forma y tiempo. Recordemos que cerca de 40% de los perecederos que se venden en EUA proviene del campo mexicano. Esto se ha manifestado en compras de pánico en algunos mercados de la Unión Americana. Por su parte, productores de berries, actualmente en temporada, y sus respectivas cámaras y grupos de interés han manifestado una reducción en sus ventas de 20% y hasta pérdidas por hora calculables en los 12 millones de dólares.
Más aún, de acuerdo con la propia secretaria de Economía, Graciela Márquez Colín, señaló que este cierre está afectando el tránsito de vegetales, ya que 70% de los vegetales frescos del país transitan por el cruce Nogales-Mariposa, en donde también se registró un cierre parcial. En sus propias palabras, "la afectación no es de un solo día, sino es una afectación que si uno no deja pasar a un camión el domingo, la fila se hace más larga el lunes y, así sucesivamente". Cabe señalar que la Secretaría de Economía se pronunció ya al respecto y esto culminó en el diálogo con el homólogo estadounidense de Márquez el viernes pasado, en donde, entre otros temas, se discutieron el acuerdo de suspensión jitomates, T-MEC y los aranceles a metales mexicanos, todos ellos temas delicados que han afectado de manera considerable la percepción de la relación bilateral México-Estados Unidos. Y es que, si bien el cierre parcial y el acuerdo de suspensión de jitomates no competen directamente a la Secretaría, ésta sí busca que se mantenga un diálogo entre los productores y el gobierno de EUA, en el caso de los jitomates, y que los productores no vean afectados sus negocios, en el caso del cierre de la frontera.
Lo más preocupante del caso es que el presidente Trump declaró que este cierre podría volverse total en tanto México no dé muestras de que va a resolver el tema del narcotráfico y el tema del flujo de migrantes, tanto nacionales como provenientes de Centroamérica. Recordemos que la misma semana que se ordenó el cierre, el presidente Trump visitó Calexico, para supervisar el plan de la construcción de los 92 kms de muro para el que se le aprobó presupuesto, otra de las medidas con las que se busca frenar la migración ilegal. Así, Estados Unidos está ejerciendo un poder suave de manera dura, al tener estas medidas coercitivas, diseñadas para que México atienda todas sus demandas y tener beneficios para sus connacionales de manera preponderante. Lo más preocupante del tema es que parecería que México no está haciendo nada al respecto, porque, mientras Estados Unidos se ocupa de defender su frontera sur, México no tiene medidas en curso para hacer lo propio. Pensemos, por ejemplo, en Chiapas, en donde miles de migrantes se han quedado estacionados en su cruce hacia los Estados Unidos. Con el sistema actual rebasado, se están dando afectaciones en áreas claves, como la economía y la seguridad. La actual administración se ha enfocado mucho en el sursureste en sus discursos y en la planeación de sus programas sociales, pero, en la práctica, se nota una clara inacción ante la crisis migrante. Si México no hace nada, ¿cómo decirle a Estados Unidos que no cierre su frontera? México no debe tratar a los migrantes como no quiere que se trate a sus connacionales, pero tampoco debe dejar de lado el Estado de Derecho y la seguridad de la gente que vive en los estados fronterizos. Una crisis migrante exige tomar acciones reales y pertinentes, para que la migración sea legal y adecuada, so pena de deportación.
Dicho lo anterior, ¿sería viable un cierre total de la frontera México-Estados Unidos? Pese a lo que Donald Trump pueda creer, Estados Unidos no puede subsistir, al menos como está diseñado el modelo comercial actual, sin México. Con cerca de la mitad de los perecederos vendidos en EUA provenientes de México, el desabasto de productos como el jitomate tardaría escasas tres semanas en presentarse, de acuerdo con las estimaciones más conservadoras. Aunque los tomateros de Florida quieran creer que son capaces de satisfacer, junto con sus homólogos californianos, Florida y sus tomates no podrían surtir ni un tercio de la demanda estadounidense, y aún sin pensar en exportar tomate fresco, ya que debemos recordar que el tomate que se cosecha en la alta California suele destinarse casi en su totalidad a productos procesados.
Debemos pensar también en industrias como las maquilas, las autopartes, las materias primas, la ganadería, y una cantidad avasalladora de bienes y servicios que, efectivamente, quedarían sin poder cruzar la frontera. ¿qué hay de los trabajadores radicados en México, pero que día con día ingresan a los estados fronterizos para aportar su mano de obra, en industrias como la algodonera? Un cierre total a la frontera es inviable, a menos que Estados Unidos tenga preparadas medidas de contingencia, en la forma de diversificación comercial con otros países, pero ¿qué otro país cuenta con los números de productos y personas que México para ir a los Estados Unidos? ¿Con qué otro país mantiene tanta cercanía territorial y frontera transitable como para abaratar los precios del transporte y reducir sus tiempos de traslado? Algunos dirán Canadá, pero lo cierto es que Canadá no tiene las mismas condiciones laborales ni la misma cantidad de personas dispuestas a migrar que México; además, el terreno cultivable de Canadá es mucho menor, comparado con el de México.
Tampoco pueden pensar en China, el principal productor y exportador agroalimentario del mundo, puesto que Donald Trump, para sorpresa de nadie, también mantiene un pleito con este país asiático, el cual está escalando hacia una guerra comercial en todo sentido. Sin el apoyo de dos socios comerciales de ese tamaño, Estados Unidos tendría que apostar todas sus fichas a la producción de autoconsumo o sus ciudadanos deberán estar dispuestos a pagar más por lo que comen, si es que quieren mantener niveles de vida y de satisfacción similares a los que poseen actualmente.
El problema aquí radica principalmente en que nosotros, como vendedores e importadores masivos, le hemos dado a Estados Unidos todo el poder de decisión. Sí, es una de las economías más grandes del mundo, pero eso no significa que tengan el poder absoluto de decisión y, mucho menos, a realizar actos que los hagan parecer bravucones más que socios comerciales bona fide. Estados Unidos, con Donald Trump a su cargo, están demostrando que ejercer el poder de esta forma da resultados y eso es preocupante, pero el problema nunca es unilateral. Lo cierto es que ninguna administración mexicana ha pensado siquiera en cambiar el enfoque de las exportaciones a Estados Unidos y redirigir los esfuerzos a otros países. Y es que, si pagan “bien”, compran mucho y están cerca, ¿por qué invertir en apoyar a que los productores buscan exportar a otros países? Sí, ya hemos hablado en el pasado de cómo muchos productores tienen miedo o no piensan si quiera en acercarse a vender a otros países, por los altos costos y la demanda excesiva de requerimientos y burocracia a la que se enfrentarían, pero todo eso no sería más que una inversión que daría frutos considerables a largo plazo. Lo cierto es que, si queremos dejar de tenerle miedo al cierre de la frontera, tenemos que tomar acción y demostrar que hay vida y comercio más allá de Estados Unidos. Una forma de quitarle poder al poderoso es quitarle su ventaja sobre nosotros como país, como industria y recuperar algo de la dignidad nacional.
Es por eso que invito a todos los productores y comercializadores agroalimentarios nacionales a que se sumen a Smattcom, la plataforma digital que les permite vender sus productos a través de Internet. Smattcom nació a partir de la necesidad de ofrecer una forma rápida y segura de encontrar socios comerciales potenciales en otros mercados y, con usuarios en más de 20 países, esto se ha vuelto una realidad. La diversificación comercial empieza el día en el que decidimos hacer las cosas de manera distinta y, si queremos una verdadera modernización del campo, debemos empezar por la diversificación de nuestras opciones. Después de todo, dejar de luchar, es comenzar a morir.
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