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Foto del escritorSergio Roldán

El campo mexicano es primero. Las políticas agropecuarias del nuevo gobierno

Actualizado: 18 oct 2019




Con el inicio del nuevo gobierno, mucho se espera en cuanto a la implementación de políticas en pro del campo mexicano y del sector agroindustrial. En especial, resuena el eco de la promesa que se ha hecho durante años al pueblo de México: la autosuficiencia alimentaria, pero también se habla mucho del rescate al campo. Si bien es cierto que el México rural ha sido, históricamente, sinónimo de pobreza y marginación , también lo es que México es una potencia en temas agroalimenticios. Los productos mexicanos llegan a más de 190 países en todo el mundo y mantenemos constantemente al menos 12 productos en el top 10 global. Los productos que representan a México en el mundo, como el tequila, la cerveza y el aguacate son consumidos por mercados extranjeros cada vez de manera más creciente y nuestra balanza comercial tiende hacia nuestro favor con muchos países. En el plano nacional, sectores como pesca y acuacultura han tenido incrementos sin precedentes en los últimos años; a decir de esto, esta última incluso ha tenido un incremento de 59% en los últimos 6 años.


¿Cómo es posible entonces que se mantengan, al mismo tiempo, políticas comerciales sanas, ganancias millonarias y al mismo tiempo que productores que no se dan abasto ni para el autoconsumo? La respuesta es simple, las cifras superavitarias las mueven tan sólo 5% de los productores nacionales. La realidad nacional la representa el 95% restante. ¿Qué implica el “rescate al campo” que el presidente Andrés Manuel López Obrador y su equipo de transición han utilizado como grito de batalla durante meses, si no es que años, ya? Para entender esto, primero tenemos que ver cuál va a ser el papel del sector agroindustrial en la política económica y de desarrollo social y nacional del presidente en turno.


Una de las acciones más repetidas es también una de las que menor impacto parecieran tener en comparación con el resto: el traslado de SAGARPA (y el cambio de nombre a SADER) a Sonora. La descentralización del país pareciera un ejercicio caprichoso, pero puede que tenga beneficios visibles sólo a futuro, como el impulso al desarrollo de las ciudades a los que se trasladen las secretarías de Estado; sin embargo, también acarrea costos tanto técnicos como logísticos y hasta sociales. Por su parte, los sonorenses aprueban este traslado, de la misma forma que las agrupaciones ganaderas y campesinas que habitan en la región; de igual manera, Jalisco recibirá a la subsecretaría de ganadería, que, a simple vista, parece un paso lógico y necesario, al ser este estado el mayor productor ganadero del país.


Uno de los puntos más importantes de la agenda agropecuaria de Andrés Manuel es el enfoque que se le debe dar a la zona sur y sureste del país. Como mencionó desde su campaña, el norte y el sur del país han sufrido un crecimiento constante y hasta bueno en casos de las regiones turísticas, como Quintana Roo o Yucatán, pero el rezago en el sureste del país ha provocado que esta región tenga un crecimiento que tiende prácticamente hacia el cero. La principal apuesta en este caso es por la plantación de árboles frutales y maderables, así como la implementación de planes de ganadería, para que los campesinos del sureste del país no se vean forzados a migrar por no obtener suficientes rendimientos del campo. De hecho, de acuerdo con AMLO, la reactivación de la zona productiva del Río Usumacinta podría derivar en la creación de hasta 400 mil empleos fijos.


A decir de los empleos, el presidente estima que, al final de su sexenio, en 2024, se pongan en funcionamiento los 5 millones de hectáreas arables que actualmente no está siendo utilizadas, por lo que se podría aprovechar al máximo el potencial agrónomo del país. Esto suena muy en consonancia con lo expresado por el futuro titular de SAGARPA, ahora SADER, Víctor Villalobos, quien hace referencia a tres pilares dentro de este plan agrícola: incrementar la productividad, para que se aprovechen las 27.5 millones de hectáreas de capacidad productiva en México; métodos sustentables, para poder combatir problemas como el desgaste del suelo y el desperdicio de agua y así tener una mejoría de 50% en eficiencia, y agricultura inclusiva, en la que quepan todos los productores, sin importar lo pequeños que sean, sin importar sexo o condición. El nuevo gobierno promete tener un lugar para todos en sus políticas agrícolas.


Sobre esto, se detalla un poco más el plan agropecuario que piensa poner en práctica el nuevo gobierno, de Andrés Manuel López Obrador, de la siguiente manera:


· Programa Nacional de Jornaleros Agrícolas: se trata de una política de desarrollo social por la que se pretende capacitar a los trabajadores del campo, eliminar la mano de obra infantil y la inversión en vivienda e infraestructura agrícola.

· Ganadería sustentable: mejoramiento genético para el ganado bovino y ovino del sur y el sureste del país.

· Investigación, transferencia de tecnología e innovación agrícola: en pos de la modernización del campo mexicano, se apuesta por el desarrollo e implementación de tecnología agrícola a gran escala.

· Sistemas Agroalimentarios para el Desarrollo Regional: se piensa mejorar y hacer eficiente la logística por medio de la construcción de agro-parques, así como sistemas agroalimentarios regionales.

· Fortalecimiento de nuestro maíz: se busca mejorar el ingreso de los productores de maíces criollos con el fin de incentivar su cultivo y comercialización.

· Reactivación del sector lechero: fijar precios de garantía y reactivar la producción de leche líquida de productores mexicanos.

· Autosuficiencia alimentaria sustentable: la más grande promesa del campo, producir lo suficiente como para garantizar que la demanda nacional se supla sin recurrir a importaciones.

· Apoyo a la pequeña agricultura: al ser el eslabón primario de la cadena de abasto, es indispensable proporcionar condiciones dignas y competitivas para los pequeños productores.

· Nuevo sistema de financiamiento rural: se busca democratizar el acceso al financiamiento y hacerlo más eficiente, eliminando las deficiencias que le han asolado, como la corrupción y malos manejos. Se necesita proveer, de igual manera, de asesoría financiera para que el financiamiento dé resultados.

· Rescate del sector cafetalero: hay una fuerte apuesta por los cultivos de café orgánico, sobre todo en la región de Chiapas.

· Restauración de bosques y selvas: por medio de la implementación de cultivos de árboles frutales y maderables.

· Agricultura como motor del desarrollo económico: la agricultura debe ser el primer escalón de toda la producción del país; sin un campo mexicano sólido y bien manejado, es imposible pensar en construir hacia arriba.


Claro que un reto fundamental que no parece figurar en el plan para la agricultura y la ganadería es la diversificación de mercados. El nuevo gobierno entra con un T-MEC recién firmado, lo que sólo afianza las relaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá, pero faltan menos de dos meses para que también entre en vigor el TPP11, la puerta de entrada de los productos mexicanos agroalimentarios a los mercados asiáticos y un paso con mucho tiempo de retraso para poder reforzar las relaciones comerciales con Japón, un país clave en la economía agraria del pacifico. Pero ¿qué sucede con Europa? ¿De qué manera podemos sacarle provecho a los olvidados y relegados tratados que tenemos firmados con Sudamérica? Asia Menor y África ni siquiera figuran en las mesas de planeación y negociación, como si no existiera o no fueran relevantes. La dependencia comercial que tenemos con Estados Unidos en el sector agroalimentario es demasiado elevada como para considerarse algo sano. Pero los mismos productos mexicanos del campo que tanto se venden y que abarrotan los anaqueles en Estados Unidos pueden venderse a mejores precios en otros mercados, en otros continentes. Estados Unidos es la respuesta fácil y obvia, pero el nuevo gobierno debería tornar la mirada hacia nuevas latitudes.


Si pudiéramos resumir los retos del nuevo gobierno hacia la agricultura podríamos hacerlo de esta forma:


· Reducir las importaciones, empezando por el maíz amarillo.

· Diversificar los mercados de exportación.

· Reactivar los campos del sur y sureste sin que esto afecte de manera negativa los procesos de logística que ya existen en el país, como la Central de Abasto de la ciudad de México.

· Desarrollo social en pro de eliminar la marginación y la pobreza en el campo mexicano.

· Dignificar el México rural.

· Apostarle por la tecnología al campo y por los procesos sustentables.



Todos estos planes se deben de dar en un ambiente coordinado y comprometido. Sabemos que por decreto no se puede hacer absolutamente nada, y modelos obsoletos como los de precios de garantía ya están más que probados como NO funcionales. De igual manera, no sirve estipular por decreto la conversión de hectáreas en cultivos sin antes planear y provocar suelos fértiles, la eliminación de los apoyos en hasta en un tope de 200 mil pesos cuando por años los agricultores esperan recursos más jugosos, el planteamiento de una diversificación comercial hacia el exterior sin la ayuda de PROMEXICO y sin la capacitación adecuada para lograrlo. Mientras que, por un lado, se promueve a favor del libre comercio; por el otro, se pronuncia por la eliminación de las importaciones con el fin de fortalecer el mercado interno.


Los pilares sobre fortalecer el mercado interno, diversificación comercial, cadenas productivas mas eficaces, producción más eficiente y rentable, además de la reducción de mermas, sí son posibles. Tan sólo el trabajo en conjunto con iniciativas de éxito y no en un plan paternalista. Trabajando juntos el sector público y privado, podemos lograr el anhelado campo mexicano eficiente.


Sólo queda esperar a ver de qué manera la Cuarta Transformación resuelve problemas históricos que ha tenido el campo. De acuerdo con Andrés Manuel López Obrador y su equipo de transición, han sido problemáticas que se han dado por un olvido del campo, por la corrupción y porque no ha figurado el campo mexicano en ningún plan de desarrollo del país. Ahora que sí lo está, esperamos que se paguen las deudas que el gobierno tiene hacia el campo en México y que la gente vea recompensado su trabajo del día a día.

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