Justo cuando creíamos que habíamos alcanzado un acuerdo final -agridulce, pero acuerdo, al fin y al cabo- con Estados Unidos sobre la exportación del tomate mexicano, vuelve a circular información que genera incertidumbre. De hecho, esa herramienta le ha resultado útil a Estados Unidos durante toda esta situación, a través de la que se busca que los productores de Florida recuperen una parte del mercado que han perdido en su propio país, mediante la aplicación de trabas a los tomateros mexicanos.
La incertidumbre, el instrumento a favor de Estados Unidos
Desde que comenzó esta nueva guerra del tomate, a inicios de mayo, se ha manejado información que se asemeja a rumores o secretos a voces: que si se iba a reactivar la investigación antidumping, que México tendría que pagar un arancel de 17.5 o de 25 por ciento, que si los productores mexicanos iban a perder o que si los consumidores americanos iban a pagar el precio, que si los mexicanos íbamos a aceptar las inspecciones del 92% y su viabilidad, que si se planea un reembolso del arancel ¿pero a quiénes o cómo? A momentos, las cosas se percibían confusas. La incertidumbre es el arma perfecta que encontró Estados Unidos para intentar desincentivar el envío del tomate mexicano hacia tierras norteamericanas; como no existe un órgano o ente oficial que esté informando continuamente información concreta, es muy sencillo desestabilizar a través de información ambigua o contradictoria. Como bien se dice en comunicación: si se dejan espacios vacíos a la interpretación, siempre alguien va a llegar a llenarlos con la información que le convenga.
Disminución de las exportaciones
Todo el movimiento de información tuvo como consecuencia que muchos productores mexicanos pararan sus planes de exportación o tomaran otras decisiones “en lo que se arreglaba” el tema, como reducir la siembra del producto o incluso cambiar de cultivo. Si la finalidad del gobierno de Estados Unidos era, y continúa siendo, la desincentivación a raíz de la incertidumbre, lo han logrado. Para el mes de julio – tan solo uno después de la suspensión del acuerdo entre ambos países- las exportaciones al país vecino registraron una disminución de casi un 30%, de acuerdo al Sistema Nacional Producto Tomate. Los pequeños y medianos productores no pudieron costear la exportación con un arancel, lo que le pegó también al mercado mexicano.
Ahora, después del acuerdo que nos costó tantos meses alcanzar, se ha dado a conocer de boca en boca -y a través de algunos portales en Internet- nueva información en detrimento de México.
Productores de tomate de Florida contra el tomate mexicano
Ni un mes había pasado desde la firma del nuevo Acuerdo -el 19 de septiembre- cuando el gobierno de Estados Unidos ya estaba considerando reabrir la investigación antidumping como resultado de la exigencia del Florida Tomato Exchange (FTE). O al menos esa es la información que comenzó a circular después de que la Comisión para la Investigación y Defensa de las Hortalizas de Sinaloa (CIDH) lo advirtiera, cuando fueron citados a una audiencia pública los representantes de los productores mexicanos, encabezados por la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa, la semana pasada en Washington.
¿Por qué? La ley de comercio de Estados Unidos permite a los productores locales solicitar la continuación de la investigación antidumping, aun cuando ya se haya llegado a una resolución. Como era de esperarse, la FTE aprovechó la ley -supuestamente a regañadientes- porque la industria mexicana del tomate no estaba conforme con el nuevo acuerdo y se había manifestado la intención – a través de entrevistas y declaraciones a medios- de impugnarlo de manera legal y política. Es decir, tomaron una decisión unilateral (una vez más) que afecta a cientos de productores mexicanos y al precio del producto para ambos países, afectando a los consumidores, solo porque piensan o “intuyen” que tarde o temprano vamos a decir que “siempre no” al acuerdo.
Estas acciones han tenido tintes más políticos que otra cosa, siempre relacionados con las próximas elecciones en Estados Unidos. Trump necesita reactivar a momentos el nacionalismo y proteccionismo para que los ojos se centren en el enemigo en lugar de analizar lo que está haciendo bien o mal en su administración (un recurso propagandístico que le ha funcionado muy bien) Sin embargo, este nuevo caso de flujo de información se percibe más como un objetivo de un grupo empresarial de tomateros norte americanos que intentan desesperadamente, y por todos los medios, retomar el dominio nacional de la comercialización de su producto.
Posibles modificaciones al acuerdo
La semana pasada se dio a conocer que el Departamento de Comercio de Estados Unidos determinó que México estuvo vendiendo el tomate por debajo de sus costos de producción (lo que se conoce como margen antidumping y que fue mucho menor al preliminar que se había pensado), esto fue resultado de un periodo de revisión de un año. Ahora es el turno de la Comisión de Comercio Internacional para evaluar si las exportaciones del tomate mexicano le causaron daño a la industria americana. Hay que esperar la resolución el 4 de diciembre; en donde, si se determina a México como culpable, nos enfrentamos a un arancel de 21%, en caso de que el nuevo acuerdo se dé por terminado por alguna de las partes. Bajo este escenario, el cero, 17.5 o 21% de arancel -cualquiera que este sea, pero que sea con reglas claras- tanto el comercio americano como los tomateros mexicanos podrían operar libremente y sin contratiempos, pero sin reglas claras, la incertidumbre juega a favor de los empresarios americanos.
No solo pierden los productores, también los consumidores
Es casi seguro que los productores de tomate de Estados Unidos se están preparando desde ahora para tener un escenario adecuado cuando llegue la temporada de tomate en Sinaloa, la más fuerte en exportación. Pero ¿qué va a pasar si aplican el 21% de arancel o se lleva a cabo la inspección del 92%? Ambos países terminarán perdiendo.
-El 21% de arancel: muchos productores dejarán de enviar tomate a la frontera por falta de recursos para el pago del impuesto, lo que generará una sobreoferta en el mercado nacional, abaratando los precios y, en consecuencia, afectando a los productores.
-Inspección del 92%: se pone en riesgo al producto, pues el proceso podría tomar días. Esto aunado al gasto en diésel para mantener frescos los tomates. Los consumidores de Estados Unidos tendrían que pagar el precio monetario y de espera.
Como ya lo he mencionado antes, prácticamente se nos está exigiendo la diversificación comercial con esta situación. La dependencia con Estados Unidos nos genera una incertidumbre que puede comenzar con un simple tuit de Trump o con la interpretación de señales. Llegar a nuevos mercados nos permitirá como país tener nuevos socios comerciales y oportunidad de poner nuestras propias reglas, que beneficien a todos los involucrados, incluyendo a pequeños y medianos productores (no solo a unos cuantos que pueden responder económicamente a impuestos que rayan en lo absurdo). Smattcom es la plataforma que da la oportunidad a compradores, vendedores y distribuidores -de todos los tamaños- de encontrarse para comercializar sus productos agroalimentarios, dentro de un comercio justo, sin exceso de intermediarios y sin comisiones. Smattcom cuenta ya con más de 6,500 usuarios en 23 países, por lo que es posible encontrar clientes potenciales nacionales e internacionales.
Komentarze