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Foto del escritorSergio Roldán

¿La Central de Abasto, el mercado más grande y prominente?

Actualizado: 18 oct 2019



Con motivo de su aniversario 36 el pasado 22 de noviembre, resulta pertinente detenernos a pensar un momento sobre la Central de Abasto de la Ciudad de México. Con 327 hectáreas, actualmente se trata del mercado más grande no sólo de Latinoamérica, sino de todo el mundo. Lo que empezó siendo como una forma de aliviar el abarrotamiento excesivo de los mercados de La Merced y Sonora, creció rápidamente hasta convertirse en un punto obligado de comercio para todo el país y en el vínculo entre los productos del norte y del sur.


Originalmente, la Central de Abasto tuvo una aceptación más bien moderada y algo renuente, pero no faltó mucho para que cada vez más comercializadores, productores y vendedores por igual se dieran cuenta de los beneficios que un centro de comercio así representaba. En la actualidad, más de medio millón de consumidores transitan los espacios de la Central todos los días, 90, 000 personas trabajan ahí y se realizan transacciones por encima de los 8, 000 millones de dólares anuales. Esto posiciona a la Central de Abasto como el segundo centro de operaciones comerciales más importante de México, sólo por debajo de la Bolsa Mexicana de Valores.


Con volúmenes descomunales de mercancía fluyendo día con día, se pensaría que la Central de Abasto no podría ser otra cosa que un modelo de prosperidad comercial, un centro neurálgico no sólo para la ciudad, sino el punto de encuentro entre los productores y comercializadores de todo el país, debido a su ubicación céntrica. El problema, como todo en México, vino a partir de una mala administración, de la corrupción y de la inseguridad que éstos generaron. Hacia 2017, la Central de Abasto, ubicada en Iztapalapa, una de las alcaldías con mayor incidencia delictiva, era considerada como una de las colonias más peligrosas de la Ciudad de México. Históricamente, las grandes metrópolis y, sobre todo, sus zonas altamente comerciales, han sido puntos de altos índices delictivos, claro que esto se ve exacerbado en la capital del país, donde los cuerpos policiacos son vistos con más temor por la propia ciudadanía que como una forma de combatir la criminalidad. No sólo el deterioro social es presente en la central, sino que el mal cuidado de sus instalaciones es evidente y preocupante. Si bien se ha intentado dar una imagen positiva e institucional por medio de actos de relaciones públicas, como la pinta de murales el año pasado por parte de artistas urbanos o con la constante búsqueda de reconocimientos y la forja de lazos diplomáticos con cámaras de comercios y gobiernos extranjeros, la realidad es muy palpable apenas uno pone un pie dentro: estructuras en deterioro, mal olor, baches, inundaciones y una constante sensación de tener que estarse cuidando las espaldas al entrar en un mundo que opera bajo sus propias reglas. Para el consumidor que no está claramente versado o no está acostumbrado a lidiar con este tipo de situaciones, la experiencia resulta sobrecogedora y uno termina pensando si realmente vale la pena el riesgo y el esfuerzo. En este sentido, las administraciones locales y federales sólo han visto el fideicomiso y los ingresos por la renta de espacios y servicios como una mera caja chica de la cual recibir ingresos constantes, pero insignificantes en el plan macro, lo que hace que la atención a estos problemas sea nula y que dependa únicamente del órgano administrador interno de la central, quienes se ve rebasados, incapaces o, en última instancia, indiferentes.


Ahora, la Central de Abasto no sólo ha dejado de vender 10 veces más de lo vendía hace 20 años, sino que ahora se enfrenta a un nuevo problema derivado de la Cuarta Transformación. Si bien una de las promesas constantes del gobierno entrante en materia agroalimentaria ha sido la procuración de la autosuficiencia alimentaria, y eso represente beneficios para el sector, lo cierto es que esto podría generar externalidades imprevistas para la Central de Abasto. Gran parte de la importancia de la Central es ser, justo eso, un centro de operaciones comerciales que sirva de punto de intercambio y conexión entre los productos del norte, que no se dan en el sur o por lo menos no en el mismo momento, y viceversa. Sin la central, en el modelo que opera actualmente, sería prácticamente imposible lograr la logística suficiente para traslados de Sinaloa a Oaxaca. Sin embargo, el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador planea la diversificación y expansión de la gama de bienes agropecuarios en regiones como el sur y el suroeste mexicanos. Si logra afianzarse un modelo de producción ampliada, entonces una de las funciones principales de la Central de Abasto terminaría relegada a un segundo plano.


¿Y qué hay acerca de llevar todo hacia afuera? PEMEX, Energía, CFE, CONAGUA, Desarrollo Social, SEP, Cultura, Caminos y Puentes, INFONAVIT, Salud, IMSS, Ganadería, ISSSTE, INEGI, Función Pública, Secretaría del Trabajo, Desarrollo Urbano, DICONSA, Comunicaciones y Transportes, Economía, etc. Qué pasará con los miles, quizá millones de personas y negocios que dependen de estas instituciones; tan sólo por el hecho de estar en donde están, generan que los comercios aledaños se muevan, las viviendas vecinas tengan demanda, los transportes viajantes, los restaurantes comensales, los hoteles ocupantes y los vuelos pasajeros, simple y sencillamente provocaría baja en los consumos de estos clientes habituales de la Central querida. Además del impacto social en donde en una familia el papá trabaja en “economía” y la mamá trabaja en “salud”, ¿si se trasladan todos estos viajantes a otros lares será necesario seguirnos peleando por un nuevo aeropuerto? Ahora hay que preocuparse porque la nueva ciudad cede tenga más de uno o dos vuelos diarios para recibir y trasladar a los visitantes por la dependencia recién ubicada. Ya ni siquiera decir qué pasaría con la Central de Abasto si su consumo local se ve mermado.


Si de por sí el deterioro y el abandono de la Central de abasto es notable, si se reduce su importancia como centro de comercio, los problemas no harán sino agravarse; ya ni siquiera pensar en Centrales de Abasto menores, como las de Querétaro o Puebla. Es cierto, sí, los precios son competitivos debido a que los comerciantes se fijan objetivos y se trata de una venta prácticamente directa entre el productor y el consumidor final, pero en una era en la que los negocios ya no dependen de un lugar físico para realizarse y tomando en cuenta las deficiencias del lugar físico que sí existe, ¿cuánto tiempo va a pasar antes de que en el modelo actual de la Central de Abasto resulte, francamente, insostenible? Lo único que va a terminar siendo lo que alguna vez se coronó como el mercado más prominente y relevante del mundo, será sólo una forma de generar algunos pocos ingresos para quienes son dueños temporales de los locales y, por extensión, otros a quienes les llegue a salpicar algo de ese capital.


De continuar con las tendencias actuales y concretarse alguno de los proyectos planteados, ¿Por qué no entonces tener todos los beneficios logísticos y prácticos de un espacio de comercio, como la Central de Abasto, pero nutrido con los avances tecnológicos y despojados de sus ineficiencias e intereses económicos adversos? La respuesta podría encontrarse por medio del e-commerce.


Una plataforma que funcione como una Central de Abasto de bolsillo que ya no dependa enteramente de costos de traslado, tiempo e inseguridad. Lo que alguna vez fuera motivo de mofa electoral, dotas a los productores de herramientas tecnológicas para comerciar en línea y tener acceso a información completa de flujo de precios y tendencias en la comercialización, hoy se está probando cada vez más como una necesidad. Sí, aún falta mucho para que el comercio tradicional se vuelva obsoleto, pero si algo podemos asegurar es que el comercio digital no debe estar por completo desarraigado de sectores como el agroindustrial.


Si seguimos dependiendo de medios obsoletos, nuestro modelo se va a volver obsoleto también. Éstas son las motivaciones detrás de Smattcom, la aplicación para el libre intercambio de productos del campo frescos y procesados por medio de Internet; todos los beneficios de una Central de Abasto, desprovista de todos los problemas que le aquejan desde hace años ya. Cualquier productor, comercializador o comprador puede usar la plataforma sin costo y conocer una nueva forma de hacer negocios.

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